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La vida pasa


posted by Athenea

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Y así como el título de este espacio, las cosas pasan y todo cambia de ayer para hoy. La vida pasa, y pasa tan rápido que uno no cae en cuenta de que hace años no hace las cosas que le gustan, o que ya es (mucho más) viejo, o que la vida adulta te engulle en su rutina.

La vida pasa y de lo que más me pesa es ver a mis padres envejecer, y saber que cada día que pasa a veces no es tanto un día más sino un día menos.

La vida pasa y uno crece, las cosas cambian, la gente va y viene. Un día te botan del trabajo, al otro día eres emprendedor. Un día te casas, otro día tienes hijos (not my case). Y así.

Y con cada día que pasa me doy cuenta de que, para bien o para mal, ya no soy la misma. Miro hacia atrás y me siento tan estúpida como inteligente al ver todos mis errores pero también mis victorias. Miro hacia atrás y añoro esa versión de mí misma que no sabía (casi) nada de la vida, pero que indiscutiblemente era más feliz. Me gustaría poder decirle a mi yo del pasado: Tranquila, todo pasa.

El tiempo avanza y uno deja de ser esa niña "inteligente y madura para su edad" para volverse esa mujer que a ojos de los demás "siempre tiene una opinión para todo". Ya no festejan cuando uno se mete en una conversación de "adultos" y hace comentarios agudos, sino que lo miran feo y susurran "¿Esa es la esposa de __?". Ya uno no escucha el "Mira lo joven que eres y el gran futuro que tienes por delante" sino "¿Esa es ella? ¡Si con esa cara parece una niña!".

Las cosas indiscutiblemente cambian, y mientras antes yo me preocupaba por cómo me veían mis profesores, y quería demostrar mi inteligencia; ahora me toca permanecer callada más veces de las que quiero, porque los "mayores" se indignan cuando una mujer segura de sí misma abre su boca. Y no contentos con eso, también se indignan si uno decide simplemente guardar silencio.


La vida pasa, y a veces, también, pesa. 

Pesa pensar en los "hubiera". ¿Y si hubiera sido más valiente? ¿Y si me hubiera ido? ¿Y si hubiera...?

Pesa ver cómo, poco a poco y día tras día, se extingue de a poquitos la vida de las personas que lo han dado todo por uno.

Pesa ver pasar los días y uno sentirse preso de un sistema implacable, diseñado para que uno esté todo el tiempo en una rueda de hámster: corriendo a más no poder pero sin llegar a ningún lado.

Pesa ver que, tristemente, uno también se apaga. Ya los ojos no brillan como antes. Ya la piel está más opaca. Ya la felicidad es más esquiva. Ya la sonrisa no es tan grande. Ya la responsabilidad es más grande. Ya la rutina te limita. Ya la cosa depende de uno, y no se puede uno dormir en los laureles.


Pero también, la vida pasa y con ella se van quedando en el olvido las cosas que alguna vez fueron motivo de dolor o angustia.  Hoy, justamente, y por mera casualidad, releí varios de mis antiguos escritos. Recordé la indignación, el dolor, la rabia, el sentimiento de "Cómo pude haber sido tan estúpida". Y, afortunadamente, ya no me duele leerlo.

Hoy soy quien soy gracias a esas estupideces. Hoy sé lo que quiero -y lo que no quiero- gracias a mis errores, a haberme cruzado en el camino a personas que no se merecen ni que las recuerde, a haberme tropezado con varias cosas, y a haber tomado malas decisiones.

Hoy soy más fuerte, más sólida, y (me gusta pensar) también soy más inteligente gracias a eso.

Hoy valoro cosas que ayer no valoraba: mi paz mental, mi tranquilidad, mi silencio.

Hoy aprovecho cosas que antes despreciaba: mi tiempo, mi soledad, mi trabajo.

Hoy disfruto de cosas que antes deseaba y no tenía: mi libertad, mi familia, mi futuro que depende únicamente de Dios y de mí.


La vida pasa, para bien y para mal.

Y con ella, lo queramos o no, también pasamos nosotros.

Un día a la vez.