A veces me dan ganas de hacer maletas e irme yo sola por un tiempo indefinido a una isla.
Pero como ya soy grande y no puedo hacer pataletas (y claro, lo de la isla sale demasiado caro y eventualmente tengo que volver al trabajo), entonces a veces me dan ganas de ponerme la pijama, meterme en la cama y dormir. Eso es a mi juicio lo más parecido a estar sola en una isla.
Cuando somos pequeños lo único que deseamos, día y noche, todos los días, es crecer y ser grandes. Y nos encantan esas preguntas de "¿Qué quieres ser cuando seas grande? ¿Cuando seas como tu papá/mamá, qué quieres ser?". Con cada una de esas preguntas hay un mundo infinito de posibilidades, con inagotables recursos y siempre, en todos los casos, feliz.
Pero uno crece. Y uno crece más rápido de lo que debería, con menos conocimientos del que debería, con menos habilidades de las que debería, con más soberbia de la que debería, con más prisa de la que debería... uno crece. Y llega el día en que, al finalizar del colegio, y aunque la pregunta es la misma, es diferente: ¿Qué vas a estudiar? reemplaza al ¿Qué vas a ser cuando seas grande? y siempre viene acompañada de un "meehh.. eso no da plata" o un "esa es la profesión del futuro" o un "ay, como todos tus tíos, un (inserte aquí profesión) más en la familia".
Y luego, un día, uno llega a su casa cansado de la oficina, y por alguna razón mira hacia atrás en su vida, y en ese terrorífico momento uno se pregunta ¿En qué momento me convertí en lo que soy?...
No quiere esto decir que uno haya hecho mal, haya perdido el rumbo o haya terminado en algo que no debía, sino que hay días que el peso de ser grande cae con todo sobre los hombros.
Y aún siendo grande, a uno le dicen que hay que cambiar en esto, mejorar en aquello, ser menos así o más asao, y todas las percepciones se contradicen. Unos te dicen que eres un antipático, otros que eres un amor. Unos te dicen que eres amargado, otros que eres el alma de la fiesta. Y así, cuando por fin uno encuentra su propio criterio, llega alguien y te dice que eres un sobrado porque no escuchas a nadie más ni tienes en cuenta su punto de vista. Entonces los tienes en cuenta, y te dicen que eres un sumiso y que te va a dar cáncer por aceptar todo sin poder decir que no.
¿Y entonces, para qué crece uno?
A mi por lo menos me dicen que soy una gran persona, o como me dijeron hoy "con mucho Fondo". Pero también me dicen que soy una grosera y medio hijueputa, o como me dijeron hoy "con poca Forma".
Y no es que sea ni una Madre Teresa ni un Hitler, sino que hay gente de gente.... y para poder tolerarlos a todos, hay que crecer. Entonces me dan ganas de irme para una isla, sola, en donde no tenga que escuchar que soy una Madre Teresa que me paso de noble, ni una Hitler que me paso de mala clase.
Lo que pasa es que ya no creo que yo me vuelva grande. Ahora voy es para vieja.
Y ajá. Los dejo mejor con la frase que leí hace poco:
La soledad es peligrosa. Es adictiva. Una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no querrás lidiar con las personas.
A mi que me alquilen una isla por unos días, entonces.
Pero como eso sale muy caro, hay que crecer.