Archive for April 2012

El finísimo arte de montar en bus


posted by Athenea

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Si vives en donde vivo, si sudas con el calor que hace, si sientes como te quema la piel el sol mientras esperas en la esquina, si te asomas hacia el bus antes de subirte para ver si cabes (y en qué mínimo huequito), si le preguntas al conductor si tiene vuelto para un billete "grande", y si pasa relativamente cerca del sitio a donde vas, entonces sabes de lo que hablaré.

Durante 5 años, más el año extra de la especialización, más un año y medio por cuestiones laborales, cogí bus desde mi casa hacia la universidad y viceversa.  Un bus por trayecto, un trayecto relativamente corto, un bus relativamente vacío (a no ser que fueran las 12.30 del medio día o las 6.30 de la tarde), con gente relativamente bien, a horas en las que no hay casi tráfico. O no había. O no lo sentía. O whatever.

Sin embargo, desde enero todos los días cojo dos buses, uno "pequeño" en un trayecto de media hora, y otro intermunicipal en un trayecto de otra media hora.  De ida.  De venida, es uno intermunicipal en un trayecto de casi una hora, y uno urbano con un trayecto de más de media hora.

En total, duro unas 2 horas y media en 4 buses, todos los días. Y digamos que he aprendido bastante.

Yo pensé que sabía coger un bus.  Claro.  Me pongo en la esquina, espero, saco la mano, me subo como pueda, pago como pueda, camino como pueda, me siento en donde pueda (si puedo), me bajo lo más cerca del sitio a donde voy. Y repita.

Pero no.  Luego de estos tres meses de intenso tráfico buséfalo (es que si digo busefálico suena bien mal; además que no sé cómo se dice) me he dado cuenta que no, que yo tenía una ligera "noción" de cómo se coge un bus.  Veamos:

Para empezar, la gente busca el lado con sombra.  Es intuitivo, pero no lo notas hasta que te das cuenta. O hasta que llevas una hora aguantando sol.

Luego, la gente se hace del lado de la ventana.  Cuando iba a la universidad, me dijeron que de ese lado era más peligroso, así que a no ser que fuera compartiendo silla con alguien conocido, JAMÁS me hacía del lado de la ventana.  A la fuerza, literalmente, comprendí por qué: la gente se acumula en el pasillo, y el que va del lado del pasillo (valga la redundancia) se tiene que aguantar que lo aprieten, que le den carterazos, codazos, pisotones, golpes y que le restrieguen algunas cosas bien desagradables.  Así que ajá, a fuerza de golpes, ahora procuro hacerme del lado de la ventana.

La gente casi nunca se sienta en los primeros puestos de un bus.  Esto aún no lo he entendido, porque a mi parecer son más prácticos, sobre todo si vas en busetita que no tiene salida por detrás, y tienes que avisarle al conductor dónde te vas a bajar.  Si es un bus grande, pues intentamos todos ubicarnos lo más cercano a la salida posible.

Cuando el bus va lleno, la gente se acumula en la entrada o en la salida.  Por alguna extraña razón, cogen un puesto en el que se agarren lo mejor que puedan y de ahí no se mueven.  Los que van entrando se apretujan como sardinas en lata al comienzo o al final del vehículo, mientras que dejan espacios vacíos en el medio que pueden aprovechar para ir más cómodos; pero nadie se acomoda.  Eso tampoco lo entiendo del todo todavía.

Caballeros sí hay, lo que no hay es puestos.  Esto es algo que a veces no me importa; pero a veces sí.  No por mí, pero sí por mujeres embarazadas o que van con niños.  Les toca a las pobres hacer como arañas y sacar brazos y fuerzas de donde no tienen para subirse, agarrarse y no dejar caer ni a los niños ni a las cosas, pagar y repetir y mantenerse en el proceso hasta que llega la hora de bajarse.

Los últimos puestos en ocuparse son los que están "sobre" las llantas o en los vidrios continuos de las salidas de emergencia.  Por alguna extraña razón, de manera inconsciente busco y prefiero esos puestos, con la ventaja de que solamente se sienta alguien ahí cuando no hay más donde sentarse en el bus.  Hay gente incluso que prefiere ir de pie.  Y yo feliz.

Es una tortura ir en un bus y no tener tus audífonos y tu propia música.  En las mañanas es más tolerable porque escuchan noticias y ajá, uno se pone al día.  Pero el resto de la jornada, o te pones los audífonos o te aguantas a los dj's de las emisoras hablando babosadas, o musiquita de taberna a todo timbal, o propagandas y miles de millones de propagandas.  Además, es probable que el de al lado te meta conversación.

Por sensación de "seguridad" o por "afinidad", las mujeres solemos sentarnos en puestos vacíos o en puestos donde ya haya una mujer.  Eso, generalmente.

Es "regla de cortesía" que cada uno se siente en un puesto vacío si el bus lo permite.  Si hay varios puestos dobles vacíos, siempre se mira raro al extraño que se acaba de sentar al lado de uno, como queriéndole preguntar que por qué te invade tu "espacio personal" y no va a sentarse solo, solito, puallá.

Hay gente que no se sabe sentar.  Flacos y flacas que se sientan torcidos y te clavan el codo en la cintura.  Gordos que se escurren desparramados en la silla y que parece que ni el bus mismo les alcanzara.  O gente que se sienta bien, pero que empieza a hurgar en los bolsos y termina uno con un codazo en la mejilla.  De lo peorcito.

Esto es Macondo, mi gente.  Y dónde más se ve reflejado Macondo que en sus plazas de mercado y en sus medios de transporte.  En aquellos sitios en donde la gente es pero deja de ser por un ratito, para acomodarse a los demás sin salir violado en el proceso.

Todo eso que dije no lo sabía, a pesar que duré muchos años largos cogiendo bus.  Aparentemente no era ni tanto ni tan seguido como ahora.

He descrito el finísimo arte de montar en bus aquí, en Macondo.  Welcome.

Sr. Empleador


posted by Athenea

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Abril 10 de 2012
La ciudad

Queridos empleadores

Me dirijo a ustedes, a todos ustedes, por este medio porque sé que no debo decírselos a la cara, y menos mirándolos a los ojos.  No porque no sea capaz, sino porque para ustedes no significará nada.

Son las 2.45 p.m., y estoy sentada en la silla de mi "oficina" (debería decir "puesto de trabajo"), como Dios manda.  O mejor dicho: como manda el reglamento de trabajo que ustedes se inventaron.

He sido independiente, me he sentado en salas de juntas de importantes empresas rodeada de otras personas que, al igual que yo hoy, se encuentran empleadas por ustedes, representándolos, trabajando por y para ustedes, cumpliendo horarios y tareas.  He hablado con gerentes (otros empleados más, puestos y quitados por ustedes a voluntad o a pulso de que no aumentan las ventas), con directivos, y en unas pocas ocasiones directamente con ustedes.

No tengo tantos años como "debería" tener para poder sentar una voz de protesta.  No tengo tampoco tantos años "laborales" como empleada como "debería" tener para que me respaldaran.  Sin embargo, lo que sí tengo, y lo que no me sobra para nada, es mi pensamiento, mío, propio.  Pero sobre todo, diferente.

Ojalá entendieran, señores empleadores, que tener a un grupo de gente subcontratada (no porque no esté bien contratada, sino porque no está contratada bajo las condiciones que debería), mal remunerada y bastante insatisfecha cumpliendo horas nalga (oops! se supone que no debí haber dicho eso, ¿cierto?) no es el "deber ser" de una empresa.

Ojalá entendieran que las horas nalga (lo siento) solamente hacen que ustedes aumenten sus gastos de operación, disminuyan sus horas productivas y acaben, poco a poco, con lo más preciado que tenemos todos: el tiempo de vida.

Estoy aquí, 2.50 p.m., cumpliendo horas nalga y escribiendo en mi computador (relativamente nuevo, afortunadamente) y con la cara más seria que tengo.  Mis compañeros de oficina creen que estoy trabajando, porque solamente se escuchan mis dedos sobre el teclado.  Mi jefe, su gerente, un empleado más, como yo (a excepción únicamente del sueldo que se pone mensualmente), está en su oficina haciéndonos creer a todos lo que yo le estoy haciendo creer a los demás.

Hablaré por mi misma, porque sería un abuso de confianza con mis compañeros utilizar mis palabras para "defenderlos" o representarlos.  Yo, en lo personal, no trabajo por el dinero.  O bueno, sí, todos trabajamos por el dinero; pero esa no es mi principal motivación, y, como psicóloga, he estudiado y evidenciado en muchas ocasiones que el dinero tampoco es la principal motivación de muchísimas personas.

Yo, a término personal, trabajo porque me gusta.  Afortunadamente, y por eso solamente hablo por mi, puedo darme el lujo de renunciar y no pasará nada de mayor importancia en mi vida.  No tengo la necesidad de "cuidar" celosamente mi "puestico", ni de pasarle mi lengua a los zapatos del gerente y desvivirme en adulaciones para que me "quiera".

Soy una trabajadora excelente; pero soy una pésima empleada.  Si ustedes, empleadores, fueran más flexibles con nosotros, sus empleados, no solamente reducirían costos operativos, sino que muy seguramente también aumentarían sus niveles de productividad.

Miremos mi caso.  Tengo un puesto de "coordinadora" porque pedí un sueldo mayor al que me ofrecieron, equivalente a un "analista".  Aún así, no me dieron completo lo que pedía.  Entré a trabajar porque estaba aburrida de estar en mi casa y quería hacer algo con mi tiempo "libre", mientras me gradúo.  Llego, y me encuentro con un puesto desactualizado, un departamento de RR.HH. inexistente (que ni me hicieron pruebas de sangre para ingresar ni me hicieron inducción), un departamento comercial en constante ebullición y una sobrecarga laboral casi excesiva en mis compañeros de trabajo.

Sin embargo, aquí estoy yo, haciendo esta carta para no dormirme sobre el teclado.  Mi puesto, aunque de "coordinadora", no equivale siquiera a un puesto de "secretaria".  Mis funciones, mal diseñadas (¿están acaso diseñadas?) se limitan a hacer llamadas, conseguir citas y llevar un par de indicadores que no tienen ningún impacto en nuestro trabajo diario.  Es un trabajo que hago una vez al mes, o que hago todos los lunes de 8.00 a 9.00 a.m.

Señor empleador, el resto de la semana no tengo nada que hacer.  Absolutamente nada.  La gente no contesta, o me dicen que los llame en quince días.  ¿Qué hago, mientras?  No me deja irme para mi casa, tengo que pedir permiso de máximo 3 horas para ir al médico, y encima, todos los días me aguanto un viaje de 1 hora de venida y 1 hora y media de vuelta hacia mi casa, en dos buses intermunicipales por trayecto (¡ya quisiera yo que fueran rutas contratadas por la empresa!).

Al contrario de mi caso, mis compañeros de trabajo llegan antes de la hora de entrada y se van mucho después.  No puedo ayudarlos porque sus labores son "confidenciales" o manejan "datos críticos".  No puedo hacer mucho por ellos porque ellos sí están "cuidando" su "puestico" y si se sienten menos cargados sienten que son dispensables.  Lo que no saben es que aún cargados, lo son.

Señor empleador, estoy desmotivada.  No sé si alcanza a entender que no hay nada peor que una persona excelente cuando se desmotiva.  Nunca había sido tan mediocre en mi vida.  Jamás había dejado pasar detalles en mi trabajo.  Primera vez que me interesa realmente poco lo que dice el gerente, porque cuando habla me parece que carece de iniciativa, de voz, de fuerza, de visión, de poder de decisión.  Es solamente un empleado más, y no le debo más respeto que el que se merece ya por ser persona, como yo.

Tengo que traer mi mouse de mi casa.  Tengo que coger dos buses.  Tengo que quedarme sentada mirando lejos. Tengo que traer mi almuerzo.  Y encima, tengo que hacer unas pocas tareas, simples pero desmotivantes.  Creo que es la primera vez que hago algo con tan pocas ganas.  Debe saber que yo no soy así.  Que respondo a lo que recibo, y de parte de ustedes no he recibido mucho así que no tengo mucho por dar.

Anoche, hablando con mi padre, él decía "estos empleados que quieren ganar millones y no hacen ni para el centavo", y trístemente me encontré identificada con esa frase.  Me molesta la mediocridad, me perturba que no esté dando lo mejor de mi; pero al mismo tiempo no me importa.  ¿Por qué? Porque pienso que si doy lo mejor de mi, al nivel al que suelo darlo (ganándome millones y no centavos, como dice el dicho), ustedes seguirán pensando que ese trabajo esforzado, demorado y de calidad, vale esos tres pesos.  Y no.

I won't raise the bar any higher, because you won't be able to jump over it.

Si hago lo que tengo en mente hacer, por lo que me están pagando, señores empleadores, no solamente estaré siendo infiel a mis principios, sino que estaré dañando el mercado.  Sin embargo, he hecho unas cosas que deberían ser fundamentales no sólo en mi cargo sino para su empresa, y que hasta ahora ni siquiera habían contemplado hacer.  Pero además de lo que ya dije, la principal razón de todas es que, como tienen aquí un desorden administrativo tal, todo lo que haga se quedará en papel y pecará por falta de implementación.

¿Y sabe qué, señor empleador? Me rehúso.
Y estoy segura que también se rehúsa mucha gente.

¿Sabe qué gana con eso? Podrá contestarme que "Ahorrar costos de nómina", o "Ampliar horarios de trabajo".  No.  Lo que va a hacer es a generar empleados cero comprometidos. Empleados que por dos pesitos más que los pocos que usted paga, lo dejan solo.  Empleados que estarán constantemente buscando nuevas ofertas y oportunidades, que a la primera lo dejarán tirado, y que además, se llevarán todo el conocimiento consigo.... porque para qué escribirlo, si no será usado.

Craso error. Pero bueno, no es mi empresa. Y no es mi labor, como empleada, decirle todas estas cosas.  Así como tampoco es su labor, como empleador, escucharme.

Por eso escribo aquí, al aire, a los otros empleados que probablemente se identifiquen conmigo.  A todos aquellos que buscan nuevos aires, otras tierras, otras gentes.  A esos que saben que valen más, que pueden más, que merecen más.  Y a los empleadores que sí lo hacen bien, que saben que su activo más valioso es la gente, y que mantienen a sus equipos con sonrisas en sus rostros, porque un empleado feliz no es un empleado inefectivo, sino todo lo contrario. Y porque saben que un jefe amargado y que inspira miedo no es un buen jefe, sino al revés.

Atrévase, señor empleador, a darle más a su gente.  Porque la gente es lo que hace los números, esos que usted cree, erróneamente, que son los que hacen a su empresa.  Ponga las prioridades en orden, y ya verá.

Y con esto me despido, que ya son las 3.10 y voy a darme una vuelta por sus instalaciones, a ver qué me invento para espera a que suene el timbre de la salida.  Ah, porque además de todo, nos tiene como niños de colegio: timbre a la entrada, timbre al recreo (qué digo, al almuerzo), timbre a la salida.

Y así, nos cita su empleado mayor, el gerente, a "comités de gerencia" semanales en donde dice "sí" a todo, en donde se llena la boca diciendo "hay que hacer" semana tras semana, sin realmente hacer nada nunca.

Hasta pronto señor empleador, sepa que apenas consiga algo mejor, o apenas me aburra otro poquito más (que falta realmente poco), lo dejaré solo, así como estaba antes.  Y gastará más, porque así como es más caro conseguir un cliente nuevo que mantener contento a uno existente, es también más caro conseguir gente nueva que mantener contento al equipo de trabajo.

No espero que me escuche, pero he hablado.

Me despido de usted(es) muy respetuosamente, cumpliendo con mi deber personal, el decir las cosas que no me parecen (aunque nadie me escuche).

Saludos cordiales,

Atenea.

Pd: Ya son las 3.20 p.m. Que se me va el tiempo en lo que reviso que todo haya quedado claramente dicho.

Gracias


posted by Athenea

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Sí, ya sé que casi no escribo.  Pero díganme quién escribe cuando llega a casa antecito de 7 p.m., luego de venir por 1 hora y media sentada en dos buses, muerta de hambre y teniendo que dormir lo suficiente para estar de pie a las 5 a.m. Nadie.

Pero bueno. Hoy (o ayer, mejor dicho), inició oficialmente la semana santa para mi.  Y aprovechando la ocasión, y que todo el mundo (o la mayoría) está en un mood religioso, pues daré gracias públicas además de las que doy en privado.

Tengo que agradecerle a Dios todas las cosas lindas que me han pasado en este último año.  Hoy, con la vista más clara y el paisaje más definido, miro para atrás y digo: Qué bien.

Qué bien porque, aunque lo que quería era irme lejos de todos, estoy aquí.  Qué bien porque las puertas se me abrieron aquí, porque las cosas salieron en orden aquí, porque nada se forzó aquí.
Porque después de haber tocado por tantos años y tantas veces de seguido las puertas para irme del país a hacer una maestría, la puerta de aquí se abrió solita, sin yo saber siquiera que existía.
Porque una vez abierta, conocí personas maravillosas, de una gran calidad humana, y a las que hoy aprecio mucho.
Porque una vez abierta, las demás cosas empezaron a fluir sin que yo las buscara tampoco.

Gracias también porque las cosas, aunque a veces no las entienda, pasan por una razón.  Hoy entiendo por qué se retrasó el pago de mi proyecto pasado, por qué se retrasó el proyecto completo, y cuál fue la finalidad de que yo estuviera ahí.  Y doy gracias.

Gracias porque las experiencias que he tenido en estos últimos 12 meses han sido de las mejores de mi vida.  Porque todo ha estado tranquilo, sin presiones ni preocupaciones.  Porque Dios se ha encargado, como se lo he pedido, de mi vida, de mi andar y de mi futuro.

Me ha puesto a las mejores personas que haya podido encontrar.  Me ha puesto en los mejores sitios, en las mejores condiciones, en las mejores circunstancias.  Me ha puesto en los momentos perfectos, con un timing preciso, siempre en pro de lo mejor para mí.

Tal vez hace un tiempo estaba cegada con mucho dolor y no veía las cosas como realmente eran (Vamos, quitémosle el "tal vez").  Pero hoy, no sólo miro hacia atrás y doy gracias, sino que miro hacia el frente y, sin saber realmente lo que veo, sé que lo que seguirá sucediendo conmigo será únicamente lo mejor.

Por mucho tiempo le pedí a Dios que tomara el control de mi vida y que hiciera con ella solamente lo mejor; pero sin saberlo yo era el único obstáculo para lograrlo.  Yo misma, con mi terquedad, me eliminaba de las mejores opciones y me quedaba en las mismas circunstancias.  Y aún así, encima de todo, tenía el coraje de ir a reclamar con rabia y dolor el "por qué" de mi situación.  Perdón.

Hoy doy gracias por las cosas que me pasan todos los días.  Porque conmigo estudian y trabajan las mejores personas.  Porque convivo con excelentes seres humanos, porque comparto con alguien muy especial.  Porque entre todos, y sin ellos saberlo (o tal vez ellos sí saben pero yo no sabía) me han enseñado muchas cosas que había olvidado y que me han hecho crecer, cambiar y ser mejor persona.

Y tengo que dar gracias por eso.
Gracias a Dios porque no solamente me escucha y me responde, sino porque me responde de la mejor manera, siempre sobreabundándome en las cosas que pido, yendo mucho más allá de lo que yo tenía en mente.

Gracias por el trabajo en donde estoy ahora, porque sé que es una preparación.
Gracias por las oportunidades que se me abren, porque sé que son retos y que creceré con ellos, y que de Tu mano, Dios, haremos cosas grandes.
Gracias por la maestría, porque no solamente me permitió conocer personas maravillosas, sino porque me ha abierto los ojos a otras cosas que me faltaban.
Gracias por mi familia, porque realmente no he podido caer en un mejor hogar. Y porque yo quiero que el mío sea así.
Gracias por mi Chiqui (questions not allowed), porque aunque no es mío y no es chiqui, ha sido de lo más lindo y lo más grande que me ha pasado.
Gracias por mis amigos, porque están allí para mí aunque yo a veces no esté para ellos.
Gracias por callarme la boca, por tenerme tanta paciencia, y por llevarme hasta donde estoy y hasta donde llegaré.
Gracias por escucharme, por responderme, y por hacerlo de maneras tan amplias como lo haces.

Gracias a Dios porque este último año, al que no le tenía nada de fe, ha sido de los mejores.  Y sé que seguirán así.  Que no solamente se cumplirán los deseos que pida los 31 de Diciembre, sino que tendré muchas más cosas.

Haz de mi vida lo que quieras, ponme donde tengo que estar, con las mejores personas, en las mejores situaciones.  Permite que sea luz para los demás, y que los demás sean luz para mi.  Tu tiempo es perfecto, Dios, y Tus acciones lo son aún más.

Confío en Ti, te creo a Ti, y creo en Ti.
Gracias. Miles de gracias. =)

Hoy, gracias a Dios, soy feliz. =) MUY feliz.