Cuando estaba mucho más pequeña, todo el mundo me decía Pocahontas.
Y es que según decían, me parecía -no sé si aún me parezco- a ella: de tez morena, de ojos negros y cabello negro liso laaaaaaaaaaaargo. Sí, con todas esas a's.
Toda la vida, o bueno, mejor así: casi toda mi vida he tenido el pelo así de largo, así de negro, así de liso. Casi nunca me atrevía a cambiar... siempre segura de quién era, de cómo me gustaba el cabello. Era mi mamá la que a veces me lo cortaba bien cortito porque según ella, no me dejaba peinar. Yo la verdad es que no recuerdo no dejarme peinar; pero bueno; digamos que no me dejaba peinar y me lo cortaba. Pero mi pelo siempre crece (igual que todos) y crece muy rápido, así que al cabo de unos pocos meses volvía a tener mi cabello largo, como Pocahontas.
En el 2007, aproximadamente (y digo aproximadamente porque yo no sé contar, por ende no me sé las fechas) el que en ese momento era mi novio y la que en ese momento era la relación más significativa de mi vida (planes de matrimonio y de cuanta cosa), dejaron de serlo. Así, de ayer para hoy.
Me entró, como es natural, una ansiedad y un inconformismo que vuelvo a sentir ahora. Para ese entonces, mi gran amigo E. era mi confidente, mi hombro para las lágrimas y mi tarrito de basura, en donde podía dejar mis sentimientos con seguridad. Él me escuchaba, me abrazaba y me animaba a seguir adelante, como los buenos amigos hacen.
Un día le dije que me quería pintar el pelo de rojo. Yo no soy blanca, así que tengo la idea en la cabeza que una morenita con el pelo rojo se ve lo más asqueroso del mundo. Él me dijo lo mismo; pero yo tenía esa intención. Para esos días yo no me había percatado en algo muy cierto que me dijo... cito a continuación lo más textual que mi mala memoria me lo permite:
Mira, yo a ti te conozco desde hace un par de años, y siempre te he visto feliz y contenta con tu cabello. De vez en cuando te lo cortas un poco o le das forma, pero lo que eres tú hace parte de tu estilo, y tu cabello hace parte de quién eres. El día en que no estés cómoda con quién eres, que intentes hacer cosas diferentes con algo tan importante para ti como tu cabello, entonces ese día sabré que algo te está pasando. Que no estás bien. Que no eres tú.Y vaya, cuánta razón tenía. ¿Ya ven por qué es que digo que la psicología es sentido común? No estudió los cinco años que yo estudié, no leyó tanta cosa, no se mató tanto. Y me dijo lo que era obvio. Obvio desde fuera, claro.
Me lo quedé pensando y asentí. En verdad en ese momento no era yo. Y a partir de allí, cuando he querido iniciar una etapa de cambios en mi vida, me he hecho algo en el cabello. Aquella vez me lo corté poquito, pero me lo pinté de rojo. Cuando me arrepentí de las mechas rojas me lo pinté de morado. Cuando no me gustó más ese color de perro corriendo que tenía mi cabello, me lo pinté de negro-azul. Cuando se salió, me lo pinté de negro. Cuando ya no sabía si era oscuro o era claro, en un viaje a Bogotá, me lo corté lo más cortito que me lo he cortado por decisión propia. Luego me aburrí de la plancha y quería mi pelo largo. Ahora tengo el pelo largo, pero estoy en crisis. Así que ahorita cuando bañe a mi perrita preciosa, salgo para la peluquería. A cortarme el pelo cortito. No taaaaan cortito, pero sí cortito. A ver si físicamente me doy cuenta que he cambiado, para impulsar los cambios emocionales.
A veces son necesarios los break points.
Y es que yo ya no soy Pocahontas. Yo tuve mi John Smith y se desapareció. Pero esa es otra historia.... Pocahontas 2, digamos.
Por ahora, soy yo. Y esta yo, como dije en el post pasado, va a matar un pedacito de ella misma, para hacer que la vida vuelva a surgir. Como cuando podas una planta y le quitas las hojas malas para que florezca. Así.
Hoy me voy a cortar el cabello, para que crezca más bonito. Para que se renueve y tenga más vida.
Hoy termino un ciclo, me guste o no. Esta tarde tendré otro look, y físicamente hablando me habré impulsado un poco a cambiar emocionalmente hablando. Y ya veremos lo que el cambio trae consigo.
Esta es mi historia... de cómo ayer era Pocahontas, y hoy ya no.