Genuina felicidad


posted by Athenea

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Ayer descubrí una sensación nueva.

Mi primera relación significativa en la vida fue con un español, fue de lejos, fue por internet y fue por casi dos años. Sí, fue una locura.

Fue bonita, fue hermosa, fue llena de detalles que pretendían llenar el gran vacío físico que había entre los dos.  Fue una historia llena de rosas rojas, de perfumes, de cartas escritas a mano, de fotos, de videos, de voces grabadas, de mensajes que iban y venían. Fue una historia en donde el simple detalle de ver el movimiento de la boca Y que concordara AL TIEMPO con el sonido de la voz era algo digno de erizar la piel.

Fue preciosa.

Pero se acabó, como todas mis relaciones en mi larga corta vida.

Como siempre, metí todos esos recuerdos en una caja y los subí a lo más alto del clóset donde ni el comején llega.  De vez en cuando movía las cajas para reacomodar las cosas, y me sentaba con calma a leer, ver y oler todo de nuevo.

Por mucho tiempo sentí mucha rabia, porque él prefirió 40 euros que le devolvieron al cancelar un tiquete comprado para venir a verme, en vez de venir a darme la cara y explicarme todo.  Aún pienso que fue cobarde, porque tomó la salida más sencilla.  Pero bueno, la rabia pasó.

Por mucho tiempo sentí mucha nostalgia, al pensar que la primera vez que me proyectaba haciendo familia (lo cual es supremamente INUSUAL en mí) había fracasado y ya no tenía con quien.  Nostalgia de haber viajado, de todo lo que vivimos, de que fue un príncipe que al final se volvió un sapo, de todas palabras, los detalles, las pequeñas cosas que le dieron sentido a mi vida y que hoy me hacen valorar muchísimo más todo.  Pero bueno, la nostalgia pasó.

Por mucho tiempo sentí mucha paz, cuando hubieron (me entró la duda... ¿así se dice?) pasado todos esos sentimientos y las aguas de mi corazón quedaron quietas.  Cuando entendí que aunque no sé si fue lo mejor que pudo haber pasado, era lo que tenía que pasar.  Cuando dejé ir.

Hasta ayer sentía esa paz. Paz incalculable, paz verdadera, paz de corazón.

Ayer (mejor dicho: anoche)....
Anoche volví a revolver las cajas para meter las dos últimas cosas que me faltaba por guardar-esconder (¿guasconder?) de mi segunda relación significativa.  Ya en otra caja estaban muchos de los detalles iniciales, historias, flores, y otras cosas más.  Faltaban un par de ositos, y ya están allá donde no llega ni el comején.

Como no tenía más cajas donde meterlos, los metí en la cajita donde estaban las cosas del español.  Y antes de meterlos, saqué las cosas para acomodarlas, y me encontré con su diario. Sí, su, de él. El diario que hizo, supuestamente, desde el día que me conoció por internet hasta... pues, hasta que se aburrió de mi.

No lo leí completo, sólo los primeros "días".  Tampoco escribía mucho, así que digamos más bien que fueron las primeras páginas.  Ayer caí en cuenta que de eso ya han pasado exactamente 6 años. Me sorprendí.

Y me sorprendí aún más al leer la historia ya no con paz, sino con felicidad.  Con felicidad y casi orgullo de que esa fuera MI historia. MI vida, MI pasado. Eso me pasó a MI. Me definió, me marcó, me cambió.  Y lo leía con una sonrisa en los labios, sin ningún tipo de sentimiento más que eso: felicidad.

Genuina felicidad.

Felicidad de que ese pedacito de historia, aunque hubiese terminado mal, me tocó a mi, y mientras duró (y antecito de su final) fue genial.
Felicidad porque por un breve período de tiempo tuve un príncipe que me llenó la vida de rosas, de flores, de detalles, de cartas, de mensajes, de amor.
Felicidad porque luego se volvió un sapo, y comprendí que lo que quería yo no era un príncipe, sino un caballero. (Y bueno, tuve mi caballero, mi hombre, y ya la verdad es que no sé qué quiero entonces)
Felicidad porque es mi pasado, y si fue un error ya pasó, y si fue algo lindo ya pasó, y si fue algo mal hecho ya pasó.  Y ya pasó, y me define, y hace parte de mi vida, de mi historia, de quien soy hoy al escribir esto.

Felicidad porque he vivido. Porque he amado.

Al cerrar el diario y guardar los osos y subir la caja y cerrar el clóset sentía que literalmente, había crecido. Me sentía diferente: mejor mujer, mejor persona, mejor ... yo.

Como si me hubiera quitado un lastre de encima, como si por fin hubiera entendido el real sentido de las cosas.  Como si por fin -por fin- hubiera dejado ir. Vaya, que sentir paz no es suficiente.

Sentí que maduré. He crecido y he cambiado. Soy mayor ahora.  Habré llegado ya ahora sí a "esa edad", seguramente, en donde no importa lo que hice: igual es lo que hice. Y hecho está.

Esté donde esté, siempre hará parte de mi vida. Y yo de la suya.  Y entender, o mejor, sentir que todo fue bonito a pesar del dolor.... eso ha permitido que me de cuenta que sí, es un capítulo cerrado, y es yo.

Es yo. Es yo, y yo soy feliz. Y sentí eso así, de ayer para hoy.

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  1. Anonymous

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